Empezó el año con una cita flamenca en Burgos, que tuve que cancelar por la salud de mi madre. El empeño era ir a Burgos a escuchar a Paco Taranto. Tampoco pude escucharlo en Valladolid, en el tristemente cerrado Café España, que me he quedado sin conocer. Finalmente, al esquivo Taranto, lo pude escuchar por primera vez en su tierra, junto al Puente de Triana.
Antes de mi cita con Jerez y Cádiz -en Marzo- escuché en Madrid a dos fantásticos cantaores, nuevos para mí: Manuel de Paula y Rocío Márquez, y los dos gratis, en la Casa Encendida y en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense.
El Festival de Jerez y mi día de paseo por Cádiz y su "Carnaval chico", son citas que cumplo religiosamente cada año: me gusta ver a todos los amigos que he conocido en Jerez, y me gusta la convivencia flamenca que se prodiga en esas fechas. Allí conocí a una estupenda guitarrista-chica: Laura González y me reí mucho en el Centro Andaluz del Flamenco, en mi último día en Jerez, con todas las amigotas del Festival -¡Ana María, tienes que presentarme a aquel caballero tan guapo y tan experto en vinos! ¡Dime, por favor, en dónde investiga: qué cambio el flamenco por los caldos de todas las geografías!
Después de Jerez, vienen las citas madrileñas de antes del verano: Sonia Miranda, en el Festival del Colegio Mayor "Isabel de España", Javier Barón, en el Teatro de Madrid, Vicente Amigo en la Suma Flamenca, Las Migas en el Teatro Lara, y el final de las reuniones flamencas de El Juglar, con el Nano de Jerez, pero esta vez en... ¡¡Villa Rosa!!
Después de Jerez, vienen las citas madrileñas de antes del verano: Sonia Miranda, en el Festival del Colegio Mayor "Isabel de España", Javier Barón, en el Teatro de Madrid, Vicente Amigo en la Suma Flamenca, Las Migas en el Teatro Lara, y el final de las reuniones flamencas de El Juglar, con el Nano de Jerez, pero esta vez en... ¡¡Villa Rosa!!
Un par de escapadas a Barcelona -Carmen Corpas- y a Valladolid, en dónde escuché a José María Velázquez y a Jesús Méndez, pero sobre todo gocé con la hospitalidad de los simpáticos amigos de la Peña La Seguiriya y de la bodeguita y sus manjares del Hotel Mozart. Aunque también hubo cante y baile flamenco en... Teruel, y allí que me fui, con mi prima y sus amigas, que para eso tengo casa allí. ¡Cómo disfrutaron los turolenses con el baile, y con los buenos músicos de "Aire Flamenco".
Llega el verano a Madrid, y llegan las citas al aire libre que no me gustan nada: el sonido se desparrama en todas direcciones, la gente no calla ni borracha, ni se está quieta: come, bebe, fuma y se levanta cuando les da la gana. Lo único memorable -y sufriente- fue escuchar a Rafael Riqueni, apoyado por la segunda guitarra de Pedro Barragán, en el Teatro Lara.
Pero lo mejor estaba por llegar: Sevilla y los Verdiales de Málaga.
En dónde lo he pasado bien de verdad ha sido en Sevilla la semana de septiembre que estuve acudiendo a la IV Edición de Los Flamencos hablan de sí mismos. La calidad en las elecciones -artistas y periodistas- puso el listón tan alto, que no creo que pueda repetirse una edición mejor: conocer de primera mano los sentimientos y conocimientos de dos veteranos como Antonio de Canillas y Manuel Morao, no tiene precio.
Aunque no formaba parte del Curso de la UNIA, sino del Congreso de Triana, logré escuchar a Paco Taranto, y también a Guillermo Cano y a los amigos de la fila de delante que no paraban de... opinar, y luego de cantar, corrigiendo a los del escenario.
Mirando ahora, hacia delante, hacia lo que se avecina: próximo Festival de Jerez, citas madrileñas -que cada vez hay más- y Bienal de Sevilla..., me he dado cuenta de que lo que más añoro y espero repetir, con ansia, son los largos paseos por el río de Sevilla, por el lado de Triana o por el otro; perderme por el laberinto del Barrio de Santa Cruz de buena mañana, cuando todavía está vacío y sin chiringuitos; callejear y husmear en los portales y callejones de la Calle Feria, la Alameda de Hércules, la Calle de San Luis... La Macarena. Tapear en el Barrio de El Arenal o, mejor, en Triana. Visitar y descubrir, de nuevo, los Murillos del Museo. Y admito que hasta mirar escaparates -zarcillos, mantones y zapatos- en la Calle Sierpes.
¡Ay, Sevilla! Ya me estoy preparando para tu Bienal flamenca y... tus desdenes.
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