Tengo un amigo, poeta y escritor, que por devenires de la vida le ha dedicado ésta al flamenco, en vez de a la poesía.
Tiene sólo tres libros publicados y son suficientes para conservar durante toda su vida aquel título, pues ha convertido la música flamenca en sonidos poéticos para los oídos de sus oyentes, en Radio Clásica.
Uno es escritor porque escribe, y no se escribe porque uno sea escritor -creo que decía Susan Sontag; y eso es lo que le pasa a José María Velázquez-Gaztelu, que aunque escribe poco, nunca dejará de ser escritor, y bueno.
La revista jerezana "Campo de Agramante" le ha publicado 5 poemas en torno a la experiencia de las ciudades, y os voy a copiar el que más me ha gustado. Si os portáis bien, quizá ponga los otros cuatro.
EL JARDÍN EGIPCIO
Regresar a un jardín habitado por las sombras
como aquel, silencioso, que sirve de frontera entre las aguas
del río inabarcable y la grada de piedra que baja sinuosa
del hotel Safir, de El Cairo.
Allí nacen sonidos de otros tiempos,
lejanos en su ronca salmodia apagada por la niebla.
Murmullo profundo, invisibles pescadores
que flotan con sus cantos en espacios cercanos a la muerte,
maestros en el arte de faenar en la hondonada,
en las turbias corrientes y el bullir
del lodo que viene del desierto
y que arrastra con vigor el Nilo.
Regresar a un jardín donde renace
la huella de los sueños que se posan
sobre el aire sagrado del viejo corazón
de un río prisionero de la historia, de la guerra y de la magia,
y oír, en la quietud que marcan los abismos
del cauce que se extiende por el mundo,
las palabras secretas que ocultaron
los reyes de estas tierras
y que nunca nos fueron desveladas.
(José María Velázquez-Gaztelu. "Campo de Agramante" Nº 11)
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