martes, 20 de enero de 2009

Café Chinitas (1964) versus Canta Jerez (1967)

Es posible que ese momento feliz que toda la afición flamenca reconoce: la reunión de un plantel sin igual de cantaores de Jerez en Madrid para grabar Canta Jerez, tuviera su antecedente en esta otra reunión de cantaores y artistas malagueños.

El objetivo de Café Chinitas fue desplazar a Madrid a un grupo de cantaores, alguno de ellos octogenerios, para grabar y dejar definitivamente recogida toda la variedad de cantes malagueños, que de otra forma se hubieran perdido irremisiblemente. Aquí tenemos interpretaciones irrepetibles de Diego el Perote, El Niño de las Moras, Ángel de Álora, Pepe de la Isla, Juan de la Loma, Antonio de Canillas, la hermana de la Repompa: Rafaela Reyes La Rempompilla, y de mi adorado Juan Villodres.

El resultado no puede ser mejor: una selecta antología de malagueñas, bandolás, jaberas y verdiales en las voces de cantaores, muchos de los cuales no volverían a pisar un estudio de grabación, ya que no eran artistas profesionales.

Unos años después, a José Blas Vega se le ocurrió hacer lo mismo con cantaores de Jerez, pero no hubo que trasladarlos a Madrid -salvo a Tío Gregorio El Borrico- ya que todos ellos eran profesionales en los tablaos de la capital. Terremoto, Romerito, El Sordera, Sernita, Diamante Negro o El Borrico hacen lo que sólo Jerez sabe hacer mejor que nadie: fandandos del Gloria, seguiriyas y bulerías. Un disco en el que, en mi opinión, se recogen dos temas que nadie, después, ha podido igualar: las Cabales de Sernita de Jerez "Moritos a caballo" y ese paradigma de fiesta natural jerezana por bulerías que es "Fiesta en el Barrio de Santiago".

Todos estos artistas siguieron grabando después de esta reunión, salvo el malogrado Sernita de Jerez. Canta Jerez es un disco imprescindible que ha sido reeditado en CD, ampliamente aireado en los medios y que sigue a la venta, pero casi todo lo que contiene nos lo han seguido ofreciendo otras grabaciones.

¿Por qué Café Chinitas no tuvo el mismo destino? ¿Por qué ha permanecido prácticamente desconocido? ¿Por qué casi todas sus pistas han sido reutilizadas en la Magna Antología del Cante sin mencionar su procedencia? Parecería que esas pequeñas joyas son obra de los recopiladores.

Este trabajo pionero y de aquilatado contenido merece un destino mejor: una reedición con toda la información textual posible-¡ojalá la hubiera también gráfica-, y concediéndole el crédito y el mérito de la feliz idea a quién corresponda. En el descubrimiento de esta responsabilidad intelectual me estoy empleando.



La Triniá sabuesa.

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