La Seguiriya de Valladolid no es una nueva variedad de ese cante básico que, personalmente, me gusta más que el cocido madrileño.
La Seguiriya es el nombre de la Peña flamenca de esa ciudad castellano-vieja, con algunos de cuyos socios eché un ratito muy bueno, durante las Jornadas Flamencas de Valladolid. Bueno, un ratito de charla, claretes y rememoraciones.
Les alabo el gusto al elegir el nombre de su peña, porque no me gustan los nombres que sólo le hacen homenaje a un sólo cantaor/a -salvo quizá la Peña Juan Breva-, porque me gusta ese cante a rabiar, pero es que además son la mar de simpáticos y acogedores.
Quiero dar las gracias, por la hospitalidad flamenca y castellana tan amena, a Pedro Sanz -director de las jornadas flamencas, que año tras año trabaja sin descanso y sin remuneración para llevar a Valladolid el mejor flamenco-, a Antonio Montaña -mi personal Beatriz en los vericuetos flamencos de su ciudad-, a Rivero, a Juan, al Presi de la Peña y a Miguel -que en su charla me abrió otro frente de investigación del flamenco comprometido de los años 70.
A los flamencos de la Peña de Toro, al Director del Festival del Cante de las Minas que andaba por allí haciendo honor a la afición castellana, a mis amigos José María Velázquez y Nieves, con los que eché también un ratito muy ilustre e ilustrativo, durante su charla en el Teatro Calderón, y, a la mañana siguiente, en el magnífico Museo de Escultura de Valladolid, que no podéis perderos: os cogéis al AVE y en menos de 1 hora estáis en el centro de la ciudad. Además comprobaréis lo bien qué se come y se bebe en esa ciudad.
Y por último, quiero agradecer la hospitalidad del genial anfitrión y propietario del Hotel Mozart de esa ciudad, que recibe y agasaja con los mejores vinos y vituallas, en la Bodega del Mozart -como la llaman- a todos los visitantes y artistas flamencos que recalan en Valladolid.
Yo tenía intención de visitar un templo del flamenco que me apetecía mucho conocer desde hace tiempo, y que en mi programa de festejos había señalado la fecha de la actuación de Paco Taranto con Manolo Franco en él; se trata del Café España, pero, desgraciadamente, no pude acercarme en esas fechas y perdí mi última oportunidad de conocer el lugar en dónde celebraba la Peña la Seguiriya sus reuniones flamencas. Me contaron que el inmueble se ha vendido, el alquiler no se ha renovado y el café ha sido cerrado. ¡Qué pena!
Seguro que esa gente flamenca de Valladolid, tan ardientemente aficionada y tan emprendedora, encontrarán otro magnífico sitio para recibir a sus artistas. Después de conocerlos, estoy segura de que iré por aquellos lares en más de una ocasión.
Con ellos compartí la estupenda actuación de Jesús Méndez y Miguel Salado en una pequeña y recoleta sala, dentro del magnífico complejo del Teatro Calderón de Valladolid.
Estaré muy pendiente, al año que viene, para volver a visitar el buen flamenco que programa Pedro Sanz en sus Jornadas Flamencas, para volver a charlar con los amigos, y que Miguel me pasé una copia de las grabaciones que tiene de Luis Marín, un cantaor aficionado de origen malagueño con el que compartió afición, aventuras y persecuciones en el Madrid de los años 70s.
Os pongo la programación de este año, para animaros a acudir al año que viene. Así de bien hace las cosas Pedro Sanz: precios asequibles y populares -lo absolutamente gratuito no lo valora nadie- y buenos intérpretes y conferenciantes.
domingo, 12 de julio de 2009
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