miércoles, 24 de febrero de 2010

La guitarra y la cantaora

¡Qué noche la de ayer! Me ha costado un poco, pero he recuperado la fe en el arte flamenco y he recargado mis pilas flamencas, que estaban en su nivel más bajo.

Me he levantado cantando un bolero de mi adorado Chaqueta, aquello de: "Nadie se haga (de) ilusiones / porque luego viene el demonio (que) rompiendo las combinaciones..."

Y es que yo, ayer, me hice mis composiciones y me empeñé en que iba a ser la noche de Manolo Franco y de Antonio Moya, guitarristas a los que admiro; y no estuvieron nada mal; bueno... el maestro sevillano estuvo "magistral" y hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una guitarra solista y solita -sin aditamentos.

Pero "ellas" les robaron todo el protagonismo: se plantaron en medio del escenario, y mis ojos y oídos se pegaron a ellas y ya no veían ni oían nada más: a la Gerundina, en la Casa Encendida y a la Mari Peña, en la Sala el Juglar, poco después.

La Gerundina es la guitarra añeja, fabricada por el artesano luthier almeriense, Gerundino Fernández, al que se le dedicó la mesa redonda de ayer en la Casa Encendida. Es de lo mejor que he escuchado en las Actividades Paralelas del Festival de Caja Madrid que yo recuerde. Un elocuente homenaje a un artista guitarrero, ya desaparecido, que ha dejado tras de sí su legado de guitarras personalísimas y muy apreciadas por los profesionales.

Allí glosaron a la guitarra y al guitarrero, José Manuel Gamboa, Norberto Torres y Paco Urrutia, sobrino del luthier almeriense, con un mimo y una emoción admirables.

El sobrino de Gerundino Fernández -Paco Urrutia- trajo a Madrid una de las guitarras fabricadas -artesanalmente- por su tío, para que Manolo Franco nos descubriera el sonido tan particular de estas guitarras personales, y aquello fue... inenarrable; una "voz" poderosa, algo bronca y, sin embargo, limpia, rebelde y sonora, que yo intuía que le daba "guerra" -como algunas mujeres- al maestro sevillano, pero que dominó y se enseñoreó de ella con la maestria que ya es leyenda en Manolo Franco, para ofrecer un recital inolvidable de rancio abolengo y sonido añejo.

¡Maestro! No voy a olvidar nunca tu recital flamenco con la guitarra "prestada".

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