Va a estar tres días más en el Teatro de Madrid: 1, 2 y 3 de mayo.
Aún tenéis tres oportunidades de ver bailar al mejor bailaor flamenco, al más clásico, al más humilde, al más generoso. Nunca he visto un Premio Nacional de Danza (2008) mejor dado.
Se trata de Javier Barón y su compañía flamenca -¡Qué buena compañía!
No es sólo que lleve muy buenos músicos -Javier Patino y Ricardo Rivera a las guitarras-; fantásticos cantaores -José Valencia y Miguel Ortega-, y dos bailaores -El Choro y Juan Diego- haciendo palmas y algún que otro bailecito..., sino que Javier Barón lo baila todo -farruca, taranto, tonás y seguiriyas, cantes del Piyayo y tangos, bulerías, soleares y todo el recorrido por el mundo de las cantiñas y las alegrías- y con un nivel de excelencia que no he visto en ningún otro bailaor hasta ahora.
Ya no puedo decir que sólo me gusta el cante, y que el baile flamenco no me dice nada o no me emociona. Está noche me he sentido, por primera vez, transportada por el baile flamenco de hombre.
¡Lo baila todo tan bien! Bracea y baila con todo su cuerpo, con elegante suavidad, sin hacer un mal gesto; maneja cantidad de recursos y registros muy variados, y sin embargo treméndamente clásicos.
¡Y los pies! ¡Hace música con los pies! No golpea el suelo, ni zapatea a lo loco, sin ton ni son. Los pies son su instrumento musical: mucho más que un sistema de percusión.
Esos pies, esos palmeros, cantaores y tocaores sonorizados con maestría por Alfonso Espadero, han compuesto una maravillosa sinfonía de compás. Esta noche he escuchado -he sentido- el sonido del flamenco.
Si os lo perdéis, os arrepentiréis hasta que tengáis otra oportunidad de verlo; aunque no creo que sea igual a lo que ahora ofrece Javier Barón -excelencia.
jueves, 30 de abril de 2009
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