sábado, 27 de junio de 2009

El espíritu primitivo de El Juglar

Cuando una va bien predispuesta para una actuación flamenca, parece que los hados se confabulan para teñir todo el proceso de bienaventuranza.

El cambio de día y de lugar para la última función flamenca de la temporada del ciclo cabal de la Sala el Juglar resultó, para mi, muy reconfortante: tuve la ocasión de recuperar el espíritu de las primeras reuniones de cante programadas en esa estupenda sala.

La actuación, ya varias veces diferida, de el Nano de Jerez se celebró, en vez de en la sala El Juglar que ya tenía comprometido el día, en la legendaria sala o colmao de Villa Rosa.

Tenía muchas ganas de escuchar a este cantaor que no había visto en directo hasta ahora, y además acompañaba un guitarrista poco habitual en nuestras reuniones: David Serva, y siempre es muy saludable descubrir voces y guitarras nuevas o diferentes.

El Nano hizo un recital muy sabio, muy conocedor y además comunicando su alegría, su satisfacción y su buen temple. Me gustaron mucho las bulerías por soleá y los tientos-tangos de la primera parte, y luego las soleares y sobre todo seguiriyas, de la segunda.

Veo que los cantaores, muchas veces cierran los ojos para cantar por seguiriyas, y yo las disfruto -o estremezco mejor- si cierro también los ojos. Anoche -con los ojos cerrados- me dio por pensar que en ese mismo lugar, en vez del Nano y el Serva, estarían plantados en sus sillas Chacón y Montoya, cien años antes, delante de un público selecto, respetuoso y estremecido como el de anoche en el Villa Rosa.


Si el sitio de escuchar flamenco era tan importante para mi, aún lo es más el que me sintiera rodeada de amigos -por delante, detrás y a ambos lados-; conocía a casi todo el mundo, y a los que no conocía, sabía que íbamos a vibrar al unísono, como un solo corazón, según lo que hiciera el cantaor de Jerez.

Allí estaban Gálvez y Eugenia -no podían faltar-, las cabezas visibles y organizadoras de El Juglar -Javier y su hermano, Adela y sus amigos-, Pablo Tortosa y su grupo, El Yayo, muchos habituales del primer Juglar, entre ellos el recuperado Luis, y... una representación bastante nutrida de la Peña la Seguiriya de Valladolid a los que pronto tendré ocasión de saludar en su tierra, y darles el pésame por el cierre del Café España.

Creo que todos compartían conmigo la emoción de asistir al rito del cante en ese templo flamenco del siglo pasado, y la misma sensación de estar entre muy buenos amigos.


Es una experiencia que os recomiendo a todos y de la que podréis disfrutar, si queréis, el próximo septiembre, cuando el Juglar reanude las reuniones de cante flamenco en esa nueva sala, o colmao, de Villa Rosa. Os lo recordaré cuando llegue el día, y os lo anticipo ahora: el 17 de septiembre: El Torta, y el 24 de ese mismo mes... La Cañeta de Málaga.

Compañeros cabales: venid a sufrir, a bailar y... a disfrutar en el marco casi decimonónico del Villa Rosa.

2 comentarios:

Ana dijo...

¡¡¡Muchas gracias por la reseña!!!Este me lo he perdido pero espero disfrutar en Villa Rosa mas adelante.

Porverita dijo...

Pues aquí vas a encontrar a todos los amigos del Juglar.
Te esperamos, y yo..., espero conocerte en persona.

Besos

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