En principio, fue el pueblo. Tú, en Mairena, gentes que con el tiempo se hacen cruces, pozos plazas y patios andaluces. Después bebes dolor con hierbabuena, oyes duendes del sur y los traduces Ves arroyos de llanto y los conduces a la alberca más honda y más serena.
Ahora sacas tu llave de oro, entras en la casa del cante con los modos con que su amo legítimo entraría, y en tu garganta suenan siglos, mientras le regalas al aire, -que es de todos- una buena porción de Andalucía.
Soleares de Antonio Mairena, con la guitarra de Niño Ricardo.
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