lunes, 21 de diciembre de 2009

La generosidad de Paqui Ríos y otros malagueños

Este último viaje a Málaga y a la Peña Juan Breva y su Semana de Verdiales, ha sido muy productiva y sigo conociendo gente estupenda.

Mi primer agradecimiento va para Tere y Luis, una pareja simpática y acogedora que han hecho que mi estancia en la Peña haya estado agradablemente acompañada y entretenida, aliviando un poco la soledad de la que viaja sola. No he encontrado gente más servicial y bondadosa que ellos. Gracias a Luis, he conseguido cumplir un sueño: hacerme una fotografía con el sombrero de Verdiales y, encima, salir favorecida.

Pero en general, la sensación es de derrota. La atmósfera y el ambiente de la Peña Juan Breva eran mucho más animados el año pasado. Entonces sólo estuve dos noches y las dos se quedó la gente joven en el salón de abajo, después de que los verdialeros se marcharan, haciendo trasnoche flamenco. Este año, he estado cuatro noches en la Peña y en las cuatro la gente joven ha brillado por su ausencia; el único trasnoche, especie de reunión flamenca, fue la del primer día, en el salón de arriba y con unos pocos veteranos: Antonio el Marsellés, Queipo de Llano y señora, y alguno más.

Mi última noche, la del viernes 18, se produjo un milagro; aunque no se reprodujo la reunión flamenca que tanto lamenté perderme justamente hace un año -también en viernes-, conocí por fin y disfruté de la generosidad y del rajo gitano de la cantaora que llevaba un año añorando escuchar: Paqui Ríos.

Después del fiasco flamenco del Museo Picasso y de perderme la animada tertulia de verdialeros programada para ese viernes, cuando regresé a la Peña para despedirme, en el salón desangelado y semivacío de arriba, reconocí a Paqui sentanda en una mesa con una niña -su hija- y unos amigos. La conocí porque yo misma había buscado una foto suya para ilustrar las soleares que puse en el blog y que me dejaron, ya para siempre, enganchada a su cante.

Me acerqué y la saludé; nos pusimos a hablar y cada vez que abría yo la boca, declarando una preferencia cantaora, entonaba su coplilla flamenca, a palo seco, sin guitarra y sin corro, con el único compás que ella misma se hacía en la mesa del bar, para mostrarme su cualidades cantaoras. Me sentí como si me hubiera tocado la lotería; agraciada con el arte de esta malagueña, que aunque no es gitana, tiene un rajo gitanísimo, que entiendo que vuelva locos a los aficionados más partidarios de Jerez o de Utrera. Mi segundo sueño y más importante, se cumplía en ese triste y lluvioso viernes malagueño.

La joven cantaora nos hizo letras de fandangos, tientos y tangos, el villancico de El Gloria -para intentar contrarrestar a la horrible agrupación "pastoral" que se había refugiado de la lluvia en la Peña y que quedaron mudos, solo los instantes en que Paqui levantaba el tono de su flamenquísima voz-. Cuando le pedí soleares, y ante sus dudas para elegir entre la multitud de variedades que sabe hacer, sugerí -sabiendo su predilección por el cante de Utrera- unos fandangos por soleá.

Entoncés me acertó de lleno y me dejó casi muerta, pues se arrancó con esta letra de la Fernanda que siempre ha sido mi favorita:
"Si digo "Sol", te maltrato.
Si digo "Luna", te hiero.
Y si te llamo "Lucero",
me parece que te mato.
¡Y quieres que te llame "cielo"!
Gracias por tu cante y por tu generosidad, ¡¡cantaora!!
Esa despedida fue el mejor regalo que podía esperar de esta excursión malagueña. Dí con mi filón de oro.

He encontrado este vídeo de Paqui Ríos en YouTube, su Malagueña del Mellizo, con la guitarra de Antonio Moya. Es una pálida sombra de lo que la chica sabe hacer. Acordaos de sus soleares.

2 comentarios:

Red Verdialera dijo...

Jeje, has comprobao Porverita por qué nos llaman tontos. ¿A quién si no se le ocurre tocar música con semejante engorro en la cabeza?

Felices Pascuas

Porverita dijo...

Pues además, las flores eran de plástico y pesaban lo suyo.

Era bastante difícil mantenerlo en la cabeza, sin que se fuera al suelo. Creo que para eso, había una cinta, pero yo eché en falta una mano que sujetara esa especie de centro de flores.

Felices Navidades, caballero verdialero.

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