sábado, 26 de septiembre de 2009

Trianilla, yo pasé por Trianilla...

Este viaje a Sevilla, o más bien a Triana, ha terminado de manera triunfal.

Desde que hace ya algunos años escuché estas Soleares de Triana, en la maravillosa voz de Paco Taranto, me moría por escucharlo en directo. Ese sueño, tanto tiempo perseguido, se cumplió anoche a la vera del Puente de Triana.

No tenía previsto quedarme esa sexta noche de hotel en Triana, pero cuando me enteré de que actuaba Paco, prolongué la estancia, cambie el billete del AVE de regreso a Madrid, e hice mi buena fortuna.

Noche memorable en la que me despedí de Triana y de mi amiga Marina como Dios manda: con una velada de cante y una cena con vino... de Sevilla.

Además de a Paco Taranto, con la guitarra de José Luis Postigo, descubrí el directo de Guillermo Cano, que también tiene una voz rara pero muy atractiva, y aunque nos falló Márquez el Zapatero que también estaba anunciado, entre el público conocí a un cantaor aficionado, El Pena de Tomares que me emocionó profundamente y me hizo pasar un rato estupendo, aunque durante la actuación -personaje nervioso y exaltado- no dejo de relatar y moverse de un lado a otro, con una inquietud que mostraba bien a las claras su apasionada afición al cante y un cierto desacuerdo con lo que ocurría en el escenario.

Este personaje: el Pena de Tomares, al final de la actuación en el Paseo de la O, accedió a cantar, o más bien se moría por mostrarnos un poquito de su arte, que lo tiene en cantidad, y nos dio una lección de cómo se canta, realmente, por Triana y por Huelva, además de cantar los tangos esos de la Sierra de Palomares, con una melodía absolutamente distinta a la de la Estrellita. Y eso que cantaba a media voz, lo que supone mucho más esfuerzo, y peleando con la megafonía del escenario, ya vacío. Hubiera estado toda la noche cantando, y yo escuchándolo. Es indudable que el cante hace buenas personas o nace en ellas. Si a este hombre no le dejaran cantar, se moriría.

Desde aquí, un saludo para los amigos de la Peña Flamenca de Tomares, que fueron tan simpáticos que no parecen sevillanos. Bueno, será porque son de pueblo y no de la capital.

Paco Taranto me gustó muchísimo y no me defraudó en absoluto el paso del tiempo desde aquella grabación portentosa en que lo descubrí. Me enamora la tesitura grave y fuerte de su voz y su cante, a veces reposado, a veces impulsado con decisión a registros aún más graves. Es un maestro: un maestro elegante, sabio y accesible. Pude saludarlo y enterarme de que viene a Madrid, a Leganés, por lo menos una o dos veces todos los años, y no sólo de visita sino también a cantar. Así que voy a estar alerta, y agradeceré que alguien me avise cuando ponga los pies en la meseta, pues iré a escucharle de nuevo, me cueste lo que me cueste.

¿Por qué no lo programan más los promotores y empresarios? Voy a tener que matricularme en la Cristina Heeren para poder tenerlo de verdadero y directo maestro.

A las dos de la mañana, me retiraba al hotel con esta cantinela (por Triana):
Trianilla...,
Yo pasé por Trianilla.
Las dos daban en Triana,
las dos daban en Sevilla.
o cómo canta Paco Taranto: "en Sevilla, aragonés / y en Aragón, sevillano"

Salud.

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