Cuando las cosas se preparan bien, salen a pedir de boca.
Entrevistar durante toda una mañana al jerezano Manuel Morao no parecía, en principio, tarea fácil y sin embargo, Manuel Curao consiguió, no sólo que el maestro se sintiera a gusto y que expresara sus puntos de vista con absoluta sinceridad y una inteligencia fuera de lo común, sino que nos mantuvo intrigados, todo el tiempo, con las elecciones que haría de entre la multitud de cuestiones que se podían plantear.
Una carrera tan larga como la de Morao, daba mucho de sí, y Curao, para no llevarnos una semana encerrados en la Cartuja, o peor, para no quedarnos en los primeros años de la peripecia vital del guitarrista, hizo las mejores selecciones y reconducciones de este mano a mano. Es tal la cantidad de cosas que sabe y puede contar el jerezano y que además conoce a la perfección y sabe comunicar con inteligencia y enorme elocuencia, que yo no habría sabido por dónde empezar.
No voy a intentar resumir algunas de las cosas, interesantísimas, que Morao nos relató; habremos de esperar a que salga el próximo libro, pero sí diré que fue una jornada de reivindicación -magníficamente planteada y argumentada- del cante gitano y del arte inigualable de Jerez. Recordadme que os hable del cante de Charamusco que Mairena escuchó en Jerez, en presencia de Manuel.
Manuel Morao es además de un gran artista, un personaje muy inteligente, valiente, sincero y reivindicativo -caiga quien caiga-. Aunque no comparta todas sus teorías, les concedo muchísimo crédito y valor, pues sabe muy bien de lo que habla y lo ha vivido todo en primera persona; se adivina una reflexión madura y apasionada, a la vez, de los devenires del cante flamenco. Tiene el valor de expresar sus convicciones, sin ofender a nadie, pero sin callar ninguna de sus verdades por incómodas que resulten.
Una jornada magistral.
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