Anoche, en el Teatro Lara, Rafael Riqueni ejerció de diestro y maestro -veterano- que presenta y da la "alternativa" a un joven Pedro Barragán, que secundó al sevillano en la segunda guitarra, con talento y mucho cariño.
No es que el maestro esté, todavía en plena forma -que lleva mucho tiempo en dique seco-, pero en ningún concierto de Riqueni falta nunca la emoción. Una siente que está contemplando y escuchando a un gran músico interpretar sus propias composiciones, en las cuales pone el alma y toda la delicadeza, que es mucha y que es la seña de identidad del guitarrista.
No fue un concierto virtuoso, fue un concierto estremecedor, de los que calan hondo. No hubo velocidad o trémolos apabullantes, hubo punteos de poner el vello de punta. Hubo, sobre las tablas, un músico cabal y valiente, enfrentado al toro, no con la agilidad de los que empiezan, sino con la sabiduría de la veteranía.
Próximamente actúa en Barcelona. No dejéis de acompañar al maestro.
3 comentarios:
Me hubiera gustado estar en el concierto del Lara, porque amo Riqueni y su profundísima guitarra.
Y un saludo flamenco desde La Rioja
Yo también admiro profundamente al Rafaelillo.
Yo también estuve en el teatro Lara y fue un gran concierto. Como dices tal vez no hubiese alardes de técnica, pero lo que faltó de virtuosismo sobró de profundidad, emoción y sobre todo musicalidad. No se echó de menos nada. Además salió al ruedo después de una cornada, porque se le partió una uña y tuvo que volver después de una "parada técnica".
Estoy deseando volver a verlo, y espero enterarme, porque la otra vez me enteré de casualidad.
Quien pueda que no se lo pierda cuando toque
Publicar un comentario