domingo, 17 de enero de 2010

El Maestro de Las Castañetas. Capítulo 1º

A causa de este último descubrimiento verdialero: la Panda de Verdiales del Maestro de la Castañeta y de sus grabaciones de 1985; de un hermoso y sabio texto sobre los Verdiales, del Alcalde de aquella panda y hoy reputado político malagueño; del estilo seductor de Almogía, y de otra mujer en las cuerdas -además de la guitarra flamenca de Laura González-, ya que el violín en esta panda y en estas grabaciones -¡¡ya en 1985!!- es de Toñi Castillo, que con ese nombre, entendía yo que podía ser cualquier cosa: un muchacho, un viejo, pero no me podía imaginar a una mujer ¡Ole pues!; a lo que iba...: que no me puedo desenganchar de los sonidos de Almogía.

¿Cuando voy a volver a mi cinco sentidos flamencos?

Hoy quiero que sigáis escuchando piezas de esa grabación, que según quién sabe bien de ella, se realizó en Madrid y en condiciones muy desfavorables para los fiesteros: con los platilleros y panderero sin contacto visual con el resto de la Panda; pero sobre todo quiero empezar a poneros -por capítulos- el sabroso y sabio resumen sobre la Fiesta de Verdiales de Salvador Pendón. Además de didáctico, breve y bien escrito, es para mí, de lo más autorizado, pues no está escrito por ningún flamencólogo o estudioso, sino por un "fiestero" con conocimiento, que ha vivido y vive la fiesta de Verdiales con pasión y desde dentro.

Vamos con el Primer Capítulo, que yo titulo "La génesis de los Verdiales"

"Ninguna de las teorías que pretenden establecer de manera definitiva el origen de la fiesta de Verdiales se sustenta sobre pilares lo suficientemente firmes como para ser aceptada de manera incondicional. Y menos aún las teorías unidimensionales, aquellas que en lugar de tener presente en su totalidad el rico sedimento cultural de nuestra tierra se aferran a uno o a varios de los elementos que conforman ese ecléctico poso en perjuicio de los demás. Así las cosas, no me parece adecuado que determinados autores pretendan resaltar ciertas influencias en la génesis de los verdiales y negar otras, con el propósito, siempre deleznable, de servir a una personal concepción ideológica de la vida y de la historia.

Durante años, ha existido la creencia de que los verdiales, música, cante, baile y ritos, constituyen una manifestación de la cultura popular heredada de los moriscos pobladores de determinadas zonas rurales malagueñas. Recientemente, diversas opiniones, pienso que guiadas por el prurito de lo novedoso, se empeñan en afirmar todo lo contrario y, a pesar de admitir múltiples influencias en la formación de las fiestas, niegan de modo tendencioso el componente morisco.

La postura de los tratadistas en este tema no es más que un fiel reflejo de la vida misma: el siempre presente afán de restar en lugar de sumar. Si ayer se daba por válida la obra creadora de los moriscos y se rechazaba cualquier anterior o posterior influencia, hoy se niega vehementemente la influencia morisca y se acepta cualquier aportación, tanto inmemorial como reciente, pero admitiendo un salto de ocho siglos, coincidente con el tiempo que los árabes se aposentaron en nuestro solar. ¡Y pensar que Andalucía es tenida por muchos como la patria de la tolerancia!

Según mi punto de vista, la multiplicidad de factores musicales y antropológicos que inciden en su formación acrecientan lo que la fiesta tiene de manifestación cultural. Esta creencia hace que no pueda dar por válida ninguna de las teorías antes mencionadas. Humildemente, pienso que los verdiales son una manifestación de origen y vocación mediterráneos: todos los pueblos de este entorno que se asentaron en nuestras tierras malagueñas dejaron retazos musicales y rituales que forman los cimientos sobre los que se levanta la fiesta. El ramalazo oriental que impregna toda la cultura mediterránea se manifiesta en los verdiales por la influencia árabe que, a la postre, acabaría por convertirse en catalizador del milenario sedimento del que antes hablara para, a partir de él, fijar de manera casi definitiva, sobre todo en el aspecto musical, la más genuina aportación del genio creador del pueblo malagueño. Pero no paran aquí los elementos de influencia, algo de tan crucial importancia para la música de los verdiales como es la incorporación del violín no se producirá hasta bien entrado el siglo XVIII. Y aún más, la fiesta no es en absoluto algo cerrado y lacrado. Tal vez haga falta alejarnos algo..., en el tiempo para comprender las influencias que hoy inciden en ella, pero lo cierto es que ni la música, ni el baile, ni determinados ritos son iguales a como eran hace unos años. Esto se sigue moviendo.

Dicho lo anterior confieso que, desde mi óptica particular, ninguna de las influencias generadoras tiene primacía sobre las otras. Creo en los verdiales como un todo en el cual ninguno de los elementos puede ser disociado. Por tanto, concedo semejante importancia al componente morisco (aglutinador de lo musical) y a la herencia de la antigüedad clásica mediterránea (manifestada, sobre todo, en el carácter pagano de determinados ritos presentes en la fiesta).


(Salvador Pendón Muñoz. Ardales, Málaga, 1997)

Los subrayados son míos.
Fin del primer capítulo. Habrá más.
Pues eso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por trato tan deferente.

Una correción a lo contenido en los créditos de la carátula del disco. Aunque los mismos señalan a Salvador y Miguel Luque como únicos cantaores (ellos son los exclusivos intérpretes de las luchas 2 y 3), intervinieron algunos más: en las luchas 1 (Si yo supiera de cierto) y 4 (Nadie te riega el jardín) cantan las coplas 1 y 3 Antonio Martín (con doce años entonces) y la 2 Antonio Padilla (que tenía 10 años).

Porverita dijo...

Gracias a ti por toda la información, y por la inteligencia del texto, pues he leído cosas realmente increibles sobre la fiesta de verdiales ¡increibles de verdad!

Ya me parecía a mí que ésas eran voces infantiles, pero con sus defectos y ahogos, dan una imagen completa de lo que es la fiesta y su transmisión familiar.

Me parece un estupendo disco, y desde luego menos tedioso que el de la reunión del Lagar de Contadoras.

Salud.

Anónimo dijo...

En la anterior entrada he identificado una subía del violín como la de Pepillo el Alemán.

Pues bien, en la segunda lucha de esta entrada, casi inmediatamente después de empezar y un poco antes de la primera copla, Toñi hace también un paseíllo original del mismo violinista. Es identificable porque no vuelve a repetirse en alguna otra lucha y por ser casi una repetición de las mismas notas.

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