miércoles, 22 de julio de 2009

El Calor con mayúsculas

Esto del calor es una cosa seria, pero poco.

Tengo amigos a los que estimula, pero a mí me tiene de capa caída: desganada, desmotivada, deslavazada, desmadejada y todos los des... que se os ocurran.

Ayer, en Madrid, hizo un día "africano". Las temperaturas fueron las más altas del verano -hasta ahora-; nos cubría un cielo blanquecino como un sudario y, para colmo, soplaba un viento fortísimo y tórrido que levantaba el polvo de las múltiples obras abiertas en la capital y lo lanzaba contra los transeúntes para depositarlo en nuestros rostros cubiertos de sudor. Yo me sentía como un rebozado, dispuesto a entrar en el aceite hirviendo de la sartén.

Y como, cuando hace calor de verdad, se está peor en casa que en la calle, decidí plantarle cara al bochorno y al viento y me lancé a la calle... a pasarlo fatal, para luego disfrutar de una noche algo más calmada.

Después del trabajo, me fui directamente a la Hemeroteca Municipal de Madrid, que el año pasado no tenía aire acondicionado, y tampoco este. A las 3 y media de la tarde estaba sentada en mi pupitre, con mi abanico y un tomazo inmenso de La Hoja del Lunes, encuadernado, correspondiente a 1965. Le prometí a un amigo que buscaría noticias de un artista flamenco sobre el que está trabajando y no se me ocurrió año mejor para empezar la búsqueda. De momento, he encontrado mucha copla y poco flamenco: a principios de 1965, triunfaban en Madrid, Marifé de Triana, Rafael Farina y La Paquera, que sorpresivamente "giraban" juntos los dos últimos. En Televisión, el bailarín Rafael de Córdova.

En la Hemeroteca Municipal aguanté hasta las 5 de la tarde, y cuando estaba a punto de disolverme, decidí irme al cine de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas para ver en formato grande la película de Edgar Neville "Duende y Misterio del Flamenco".

Después de tragarme un corto espantoso sobre la gripe y los estornudos, empezó la película de Neville, que tengo muy vista pero en la que siempre descubro algo nuevo; empezó también a hacer frío en la sala, empecé a impacientarme con los bailes de la Mari Luz -muy guapa y sexy ella, pero que todo lo bailaba igual-, con la conversación constante de mis vecinos de butaca y hasta con la estética kitsch de tarjeta postal de la película.

Hay que decir que se estrenó a finales de 1952, pero se filmó desde finales de los años 40s, y que me deslumbraron los bailes de Pilar López, pero que sólo me emocionaron un cantecito por bulerías de una gitanita desconocida -llamada Pastora-, las soleares de la Bernarda de Utrera en la finca de Juan Belmonte, y el baile, en una terraza gaditana, por alegrías de una pareja insólita: una abuelita amojamada y una niña de unos 10 años.

Os pongo el cantecico por bulerías de la gitanita Pastora -¿no os parece que el gitanito se parece mucho a Farruco de muchacho?-, y el baile por bulerías de los de Cádiz, con la voz en off de la Fernanda.



Viniendo de Neville, no es de extrañar que deslizara en la película sus chites ingenuos y surrealistas. Aquí tenéis uno de ellos.

3 comentarios:

Otoski dijo...

Está claro que es Farruco abuelo cuando era farruquito el mismo.

Anónimo dijo...

Además si no me equivoco ella es su primera mujer.

Un amigo

Porverita dijo...

Muchas gracias a los dos, por la información.

Estoy emocionada de tener a Farruco -abuelo- y a su mujer Pastora en el Barrio y en YouTube, cuando no los conocía nadie. Nadie, menos el señor Edgar Neville.

¡No me extraña que fuera lo que más me gustaba de la peli de Neville!

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